jueves, 29 de mayo de 2014

TOROS.- Enrique Ponce hace historia en la entrega del VIII Premio Paquiro de El Cultural de El Mundo


El maestro Enrique Ponce hizo historia anoche en el Salón Real del Hotel Ritz de Madrid durante la entrega del VIII Premio Paquiro de El Cultural de El Mundo. Este reconocimiento unió en torno a la figura del maestro de Chiva a lo más granado del mundo de la cultura, la política, el deporte y el toro, a los que Ponce agasajó con un impresionante discurso después de recibir el prestigioso galardón.
En este acto, Enrique Ponce unió su nombre al de Bilbao, ya que Javier Aresti, presidente de la Comisión Taurina de la Junta Administrativa de la plaza de toros bilbaína de Vista Alegre, recibió el Paquiro en reconocimiento al trabajo al frente de esta plaza y en recuerdo de las tardes del 19 y el 21 de agosto en Bilbao, como el acontecimiento taurino del año 2013.
Enrique Ponce fue recibido por el director de EL MUNDO, Casimiro García-Abadillo, y el académico Luis María Anson, presidente de El Cultural y alma máter del galardón, que ejercieron de anfitriones de los ganadores. La gala conducida por el jefe de la sección de Toros de este periódico, Vicente Zabala de la Serna, que destacó que "los fértiles 25 años de relación de Enrique Ponce y Bilbao -casi 60 tardes, ahí es nada- alcanzaron su cénit en 2013, como colofón a un binomio que ya es patrimonio del toreo".
Tras la proyección de un vídeo que recordó las últimas faenas del valenciano en Vista Alegre, Fernando Almansa, presidente del Jurado y Jaume Giró, director ejecutivo de la Caixa hicieron entrega del VIII Paquiro a Enrique Ponce y Javier Aresti, que sucedieron en el tiempo al Nobel Mario Vargas LLosa junto a Pere Gimferrer, que como este año Ponce y Bilbao compartieron en 2010 esta distinción, consistente en una obra del escultor Víctor Ochoa.
El discurso de Ponce fue uno de los momentos culminantes de la noche. El torero dedicó el premio a su madre, su mujer y sus hijas y comenzó hablando de su vínculo con Bilbao: "Unir mi nombre al de Bilbao y su plaza es todo un honor por lo que significa esta ciudad para el toreo, por lo que ha significado en mi carrera como torero, y por la comprensión que ha encontrado allí mi arte. Si tuviera que definir de alguna manera a Bilbao sería como la plaza que se rige por un equilibrio como razón fundamental para llegar a la grandeza conseguida". Al hilo de estas reflexiones, Ponce tuvo un recuerdo para Iñaki Azcuna.
El maestro hizo una reflexión sobre su trayectoria: "Me considero un ser privilegiado en la vida por todo lo que he podido conseguir a través del toro. De niño aposté por salir a buscar el sueño y la fantasía que mi abuelo Leandro me inculcó. Ese camino es el que he seguido toda mi vida tanto como torero como en lo privado. He buscado el equilibrio entre las cosas que forman mi vida, y gran parte de mi vida está dentro del toreo".
Ponce también se refirió a la gran verdad del toreo: "Qué grandeza la del ser humano que siente la sensación de ser único delante del toro. Si para eso hay que morir, aquí, señores, se muere de verdad. He pagado mi tributo al toreo en ocho cornadas y multitud de volteretas. En dos de estas cornadas sentí la muerte cercana, sentí ese olor a cera que decía mi paisano Blanquet, fiel banderillero de Gallito. En la última recientemente en Valencia, mientras sentía el pitón entrando por mi pecho hasta mi cuello, entendí que podía ser el final. Lo pensé. Esperaba ese derrote final. Y tuve miedo, pero nunca resentimiento hacia el toro que me cogió. Sentí miedo porque desde niño entendí que la muerte vive y es real en el ruedo".
Tras esta impresionante revelación, Ponce aseguró: "He vuelto a las plazas incluso si cabe más maduro después de 25 años como matador de toros. Más consciente de lo que ponemos en juego, pero sobre todo más torero. Disfruto del toreo en un sentido más amplio, en un estadio superior y cada tarde que pasa lo entiendo más como me lo explicó mi abuelo: más clásico y más puro".
Y terminó reflexionando sobre las claves de su tauromaquia: "El equilibrio como fundamento de la Tauromaquia es lo que ha presidido mi vida como torero. La técnica como armazón sobre el que se construye la obra bien hecha, firme y segura. Creo que la técnica en el toreo se aprende a través de la inteligencia cognitiva, pero también debe existir una inteligencia emocional que te invita a reaccionar con argumentos técnicos cuando el comportamiento del toro es imprevisto. El arte del toreo es un equilibrio constante entre la lidia como arte y la belleza del embroque como fin. La lidia, en su conjunto, es el arte supremo. La estética es la culminación de un sueño". 
Enrique Ponce donó el montante económico del premio a la Asociación Española Contra el Cáncer, a la Fundación IRSN y al comedor social del Padre Ángel. (Fotos cedida por El Mundo).

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