martes, 26 de agosto de 2014

OPINIÓN.- Siempre "volaron" los libros en el Parque de María Luisa, por FERNANDO GELÁN

Glorieta dedicada a Serafín y Joaquín Álvarez Quintero en el Parque de María Luisa. Se puede apreciar las estanterías para libros que hay en este espacio. 
Hay que felicitar a la editorial Punto Rojo porque acertó de pleno en llevar más de 1.500 libros a la Plaza de España para convertir esta zona histórica de la ciudad en una biblioteca pública. La idea fue magnífica y tuvo su gran repercusión. Lo que ha sucedido es que en poco menos de una semana del evento han desaparecido la mayoría de las publicaciones de las estanterías que proyectó Aníbal González en esos espacios de la Plaza que están dedicados a cada provincia española. El amigo Barba en el periódico de las tres letras ha informado de todo cuanto ha sucedido con los libros, aunque para tal fin divulgativo no tuvo necesidad esta vez de subir al palomar para contar la historia. Yo no había nacido aún cuando se inauguró en el año 1929 la monumental Plaza de España, pero supongo, por cuanto he leído e investigado, que en esas estanterías de cerámica hubo libros y folletos relacionados con las provincias de nuestro Estado que figuran en el histórico lugar. Lo que sí está totalmente comprobado es que en el interior del centenario Parque de María Luisa, y sobre la década de los sesenta, hubo glorietas en las que se colocaron libros para que el público pudiera leer dentro de este recinto donde hay amplias sombras y un agradable silencio para el estudio, la reflexión, el ocio y la cultura. Concretamente, en la glorieta dedicada a los Hermanos Álvarez Quintero, en las estanterías que forman parte de toda la obra que se construyó a la memoria de los ilustres comediógrafos, hubo cientos de publicaciones que contenían gran parte de las comedias escritas por Serafín y Joaquín como Ganas de reñir, Los chorros del oro, El Patio, Malvaloca, Puebla de la Mujeres, Los Duendes de Sevilla, Cancionera, Amores y amoríos, Ventolera, El Centenario, Doña Clarines… 

Todos, todos los libros fueron desapareciendo poco a poco. Sólo quedó, como ahora en la Plaza de España, los huecos de lo anaqueles o estanterías. Muchos sevillanos se acercaban a la glorieta a leer las obras de los Hermanos Álvarez Quintero, pero todas “volaron”. Aunque se intentó reponer el material, el Ayuntamiento hispalense de aquella época se dio por vencido. Está visto que nada hay nuevo bajo este sol de Sevilla, porque la historia se repite, aunque los años no pasan en balde.

Ya que la editorial Punto Rojo quiere reponer nuevamente los libros en las estanterías de la Plaza de España, con otra remesa de publicaciones, también puede ser interesante colocar nuevamente las comedias de los Hermanos Álvarez Quintero en su glorieta, las obras poéticas en la de Bécquer y otras publicaciones en las de Cervantes, los hermanos Machado o Rodríguez Marín... Especialmente ahora, que es cuando se cumple el centenario de la apertura al público del Parque de María Luisa. Sería un buen puntazo. Zoido, ¡dale al botoncito!

FERNANDO GELÁN

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