viernes, 26 de diciembre de 2014

OPINIÓN.- La Navidad en Sevilla es pura maravilla desde hace ya muchos años

Alguien ha dejado escrito que la gran obra del PP en Sevilla son las luces y el mapping que Zoido ha “creado” en esta Sevilla de nuestros amores. Si el primer edil popular pasa a la historia de los alcaldes de nuestra ciudad por este costoso montaje en la Navidad hispalense hay que decir que es un corto balance sobre su actuación política. Hace ya muchos años que Sevilla se ilumina para celebrar estas entrañables fiestas. La popular calle de las Sierpes fue la primera vía que se adornó con brillantes luces en el centro de Sevilla. Pero antes del “invento” de Zoido hay que aclarar que fueron numerosos los alcaldes --y hasta se puede uno a remontar a los tiempos del marqués del Contadero--, que programaron ambientadas jornadas populares para celebrar públicamente la Navidad. En aquella Sevilla histórica no había aún puestos de artesanía en el centro, pero funcionaba en la avenida, con enorme poder de convocatoria, la Tómbola de Caridad que montaba la Archidiócesis para recaudar fondos con destinado a obras benéficas. Allí había bulla sin mapping, y por los altavoces de la rifa se anunciaban, con fondo de villancicos, los grandes premios que se repartían entre los más afortunados que lograban las papeletas de la suerte.

Era una época en la que aún a nuestra querida España no llegaban tantos turistas, pero Sevilla, en esta época navideña, tenía su tirón popular dentro del escaso número de visitantes que llegaba a nuestra piel de toro. En los barrios, las mejores luces la formaban los numerosos coros de campanilleros que estaban formados por gente de todas las capas sociales. Todos cantaban con orgullo y pasión el camino a Belén, siguiendo la buena Estrella. En estas populares bullas del pasado siglo se brindaba por el futuro con una copa de aguardiente. Y en estas reuniones que se celebraban en las parroquias y en los acogedores hogares sevillanos y casas de vecinos nunca faltaban los pestiños, los roscos de vino y los mantecados de Estepa, que se repartían con júbilo entre todos los que participaban en la alegre fiesta de la Navidad hispalense. Pero ya se sabe que las ciencias adelantan que es una barbaridad. Por ello es totalmente lógico que en este siglo XXI haya más luces en las calles de Sevilla y más atractivos por la ley del poder político, económico –dentro de la crisis--, y electrónico. Pero desde hace muchos años todo estaba ya inventado en esta tierra de María Santísima.

Y si la Navidad en esa Sevilla histórica de mediados del siglo XX contaba con estas buenas luces, eran numerosos los ciudadanos y ciudadanas que celebraban en los hoteles la fiesta de Fin de Año con sus populares cotillones. Asimismo, en los grandes teatros de nuestra ciudad, el San Fernando y el Cervantes --y posteriormente el Álvarez Quintero de Laraña--, se hacía un alto en las funciones para tomar las doce uvas en compañía de los artistas. El mapping de aquella época estaba creado por los tramoyistas que montaban los grandes decorados para los brillantes espectáculos de luz, color, sonido para la comedia, el drama, la copla, el flamenco, la revista, la magia, el fuego o el circo. Y la guinda de toda esta bulla histórica era, sin duda alguna, la gran Cabalgata de Reyes Magos del Ateneo de Sevilla, que durante muchos años se organizó en el mismo redondel de la Plaza de Toros de la Real Maestranza de Caballería, con sus carrozas tiradas por mulas, estrella de la ilusión, reyes, beduinos y adornados burros con las angarillas llenas de juguetes. Nada se proyectaba sobre una fachada. La gran fiesta sevillana de invierno, que era más compartida y popular, ya se había inventado y se vivía totalmente en directo.

FERNANDO GELÁN, periodista y Medalla de Oro de la Ciudad de Sevilla.

No hay comentarios: