viernes, 26 de febrero de 2016

COFRADÍAS.- Foto del Cristo de los Javieres, realizada por recordado fotoperiodista Ángel Gómez Gelán, en las páginas de ABC Sevilla

El Santísimo Cristo de las Almas, de la Hermandad de los Javieres, en una estampa de Sevilla perdida para siempre en los malhadados años 60 del pasado siglo: los palacios de Sánchez-Dalp y del duque de Medina Sidonia en la plaza del Duque / GELÁN
Con el título "Tramo antiguo: Los Javieres por la plaza del Duque", el periodista de ABC de Sevilla, José María Aguilar, escribe sobre el Cristo de la Hermandad de los Javieres. Ilustra el texto con una foto del recordado periodista Ángel Gómez GELÁN, que perteneció a los periódicos "El Noticiero Universal", "La Unión" --ambos desaparecidos--, y "El Correo de Andalucía", donde estuvo hasta su jubilación. Gelán, tras su fallecimiento hace ahora 33 años, dejó gran parte de su archivo a la Fototeca Municipal.
Es de agradecer al compañero Aguilar la utilización de esta imagen para su trabajo periodístico en este tiempo de la Cuaresma sevillana en el ABC de Sevilla. El texto de José María Aguilar sobre la foto de Ángel Gelán es el siguiente:

"Tramo antiguo: Los Javieres por la plaza del Duque"
Tal vez, la sañuda destrucción del patrimonio arquitectónico de Sevilla durante la segunda mitad del siglo XX, y el consiguiente afeamiento del paisaje urbano, halle el ejemplo más palmario en la plaza del Duque de la Victoria. Si casi un siglo antes, y en nombre del «progreso», la piqueta arrasó casi toda la cerca almohade, en los años 60 la piocha demolió en la plaza del Duque los palacios del duque de Medina Sidonia, de Sánchez-Dalp y de los Cavaleri, el colegio Alfonso X el Sabio, el hotel Venecia… Da corte explicarlo.
Para desventura de Sevilla, la devastación no paró ahí sino que se prolongó con lastimosos ejemplos. La mayoría de los cincuentones de hoy en día no recordamos, por imposible, esta estampa de la plaza del Duque por la que va, custodiado por la Policía Armada y escoltado por la Guardia Civil, el paso del Cristo de las Almas, de la por entonces jovencísima Hermandad de los Javieres. Cada Martes Santo, el Crucificado acaso pregunte al Cielo cuando pasa por allí: «¡Dios mío, Dios mío, ¿por qué dejaste de tu mano esta plaza…?».

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